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21 de septiembre de 2010: JUNTOS PODEMOS
Hemos llevado a cabo la celebración del Día Mundial del Alzheimer el pasado día 21 de septiembre.
La campaña de este año ha tenido como slogan “ALZHEIMER. JUNTOS PODEMOS”, teniendo en cuenta que:
- Entre todos podemos aportar soluciones en nuestro entorno local
- 450 personas que pueden estar afectadas en fase leve y es responsabilidad de todos el diagnóstico precoz.
- De los 250 en fase moderada, sólo reciben el diagnóstico la mitad.
- De los 250 en fase avanzada, sólo tienen diagnóstico 150 personas.
- El entorno familiar está soportando una tensión de estrés no valorada que como siempre recae en los cuidadores más cercanos a los enfermos.
¿Qué pedimos los familiares que a través de la asociación queremos mejorar la calidad de vida como nuestros derechos legales recogen?
Juntos podemos llevar a cabo nuevas iniciativas, tales como:
1. Las familias puedan acercarse a su entorno:
- Sanitario, demandando la valoración más adecuada.
- Social, a traves de las prestaciones de las asociaciones: apoyo psicológico, respiro familiar, y formación en los cuidados.
2. Acercamiento al entorno sanitario (ejercicio de protocolos para los enfermos de Alzheimer)
- A nivel medico de familia: Valoración inicial.
- A nivel hospitalario: Valoración por médicos internistas y psiquiatras.
- A nivel médico especialista: valoración neurológica y neuropsicológica.
JUNTOS PODEMOS...
1.- Informar y dar a conocer las cuestiones relacionadas con la enfermedad.
2.- Solicitar el apoyo y solidaridad de la población.
3.- Unir esfuerzos con las autoridades sanitarias y gubernamentales.
4.- Colaborar con las familias en su lucha contra esta patología.
5.- Defender los intereses de las personas que padecen la enfermedad de Alzheimer y sus familiares ante las Instituciones: Tarjeta +Cuidado (Beneficios directos al cuidador destinatario)
AFEDAC, como asociación responsable de las tareas de cuidados en el respiro familiar, una vez más solicita el apoyo de todos los entes que están relacionados con el enfermo de Alzheimer.

21 de septiembre de 2010: JUNTOS PODEMOS

La campaña de este año ha tenido como slogan “ALZHEIMER. JUNTOS PODEMOS”, teniendo en cuenta que:
- Entre todos podemos aportar soluciones en nuestro entorno local
- 450 personas que pueden estar afectadas en fase leve y es responsabilidad de todos el diagnóstico precoz.
- De los 250 en fase moderada, sólo reciben el diagnóstico la mitad.
- De los 250 en fase avanzada, sólo tienen diagnóstico 150 personas.
- El entorno familiar está soportando una tensión de estrés no valorada que como siempre recae en los cuidadores más cercanos a los enfermos.
¿Qué pedimos los familiares que a través de la asociación queremos mejorar la calidad de vida como nuestros derechos legales recogen?
Juntos podemos llevar a cabo nuevas iniciativas, tales como:
1. Las familias puedan acercarse a su entorno:
- Sanitario, demandando la valoración más adecuada.
- Social, a traves de las prestaciones de las asociaciones: apoyo psicológico, respiro familiar, y formación en los cuidados.
2. Acercamiento al entorno sanitario (ejercicio de protocolos para los enfermos de Alzheimer)
- A nivel medico de familia: Valoración inicial.
- A nivel hospitalario: Valoración por médicos internistas y psiquiatras.
- A nivel médico especialista: valoración neurológica y neuropsicológica.
JUNTOS PODEMOS...
1.- Informar y dar a conocer las cuestiones relacionadas con la enfermedad.
2.- Solicitar el apoyo y solidaridad de la población.
3.- Unir esfuerzos con las autoridades sanitarias y gubernamentales.
4.- Colaborar con las familias en su lucha contra esta patología.
5.- Defender los intereses de las personas que padecen la enfermedad de Alzheimer y sus familiares ante las Instituciones: Tarjeta +Cuidado (Beneficios directos al cuidador destinatario)
AFEDAC, como asociación responsable de las tareas de cuidados en el respiro familiar, una vez más solicita el apoyo de todos los entes que están relacionados con el enfermo de Alzheimer.

Una historia de un enfermo con Alzheimer
Hola, me llamo Juan. Hace ya varios años que me ocurre algo muy extraño: hay cosas que se me van de la cabeza y aunque lo intente me cuesta mucho recordarlas. A pesar de eso vivo rodeado de unas personas que me obsequian día a día con su cariño y amor sin que me pidan nada a cambio. Eso hace que día a día me encuentre feliz porque sé que esas personas me quieren y me respetan.
Me levanto temprano todas las mañanas. Después de tomar algo me acompañan hasta la puerta de casa porque cada día viene una furgoneta a recogerme. Es una furgoneta grande, con muchos colores. La conduce un hombre muy gracioso que dice muchas tonterías y que hace que me ría mucho. También va una muchacha muy simpática que me ayuda a subir y a bajar de la furgoneta.
En la furgoneta me acompañan varias personas que son más o menos como yo. Tras un rato paseando la furgoneta se detiene y al abrirse la puerta me encuentro con varias personas que nos reciben con una sonrisa. Nos ayudan a bajar de la furgoneta y tras andar varios metros llegamos a una placita. En la placita está “el cole” en el que pasamos toda la mañana. En el cole hago muchas cosas: primero me siento en una mesa grande y hago puzzles. Luego me voy al ordenador y me pongo a hacer ejercicios. Me aparecen un montón de cosas en la pantalla y le tengo que dar con el dedo, o tengo que escuchar sonidos y aprendérmelos. Es curioso pero antes me costaba hacer todo esto mucho más que lo que me cuesta ahora. Además tengo a mi lado a una muchacha que me ayuda con los ejercicios cuando yo me lío un poco o no sé exactamente que hacer.
Cuando termino de hacer mi faena en el ordenador me voy a una mesa grande donde están mis demás compañeros. Una muchacha nos pone distintas tareas. Unos días hacemos cuentas y recordamos las tablas de multiplicar. Otros días nos ponemos a escribir sobre diferentes cosas. Y también pintamos mucho con lápices, con cera y hasta con pintura, que ya me he hecho mis cuadritos. Nunca estamos solos: siempre están a nuestro lado unas muchachas que nos ayudan. Y a veces viene mucha gente joven a vernos y a hablar con nosotros. Dicen que estos jóvenes aprenden mucho de nosotros y que tenemos mucho que enseñarles. La verdad es que cuando empezamos a hablar de nuestra juventud, de nuestros recuerdos y de nuestras vivencias nos escuchan muy atentos. También echamos nuestras partidillas de bingo y el que gana se lleva su premio. Cuando yo gano algo siempre se lo doy a mi nieto, que se pone más contento que nada. Mientras jugamos al bingo nos reímos mucho con las cosas que nos van diciendo. Yo vigilo que no se me escape ningún número pero de todas maneras siempre hay alguien que me avisa por si yo me despisto, que de vez en cuando me pasa pero no mucho. Y hacemos gimnasia, muy suavecita, pero la hacemos: movemos el cuello, los brazos, la cintura, las piernas… y luego nos relajamos. Una de las cosas que más me gusta es cuando vamos de excursión y vamos a visitar diferentes sitios. Cuando por ejemplo vamos en Semana Santa a ver las iglesias me acuerdo de cuando era joven y cómo eran las procesiones por entonces. Lo pasamos muy bien y el tiempo se nos pasa en nada y menos. Cuando terminamos nuestra tarea volvemos a la furgoneta y regreso a mi casa, muy contento por todo lo que he hecho a lo largo de la mañana y por ver que aún soy capaz de hacer muchas cosas.
No sé cuál es mi enfermedad pero desde que voy todos los días al cole me siento muy bien, con la alegría de no faltarme nunca el cariño de la gente que me rodea y la satisfacción de poder seguir sintiéndome útil todos los días.
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Me levanto temprano todas las mañanas. Después de tomar algo me acompañan hasta la puerta de casa porque cada día viene una furgoneta a recogerme. Es una furgoneta grande, con muchos colores. La conduce un hombre muy gracioso que dice muchas tonterías y que hace que me ría mucho. También va una muchacha muy simpática que me ayuda a subir y a bajar de la furgoneta.
En la furgoneta me acompañan varias personas que son más o menos como yo. Tras un rato paseando la furgoneta se detiene y al abrirse la puerta me encuentro con varias personas que nos reciben con una sonrisa. Nos ayudan a bajar de la furgoneta y tras andar varios metros llegamos a una placita. En la placita está “el cole” en el que pasamos toda la mañana. En el cole hago muchas cosas: primero me siento en una mesa grande y hago puzzles. Luego me voy al ordenador y me pongo a hacer ejercicios. Me aparecen un montón de cosas en la pantalla y le tengo que dar con el dedo, o tengo que escuchar sonidos y aprendérmelos. Es curioso pero antes me costaba hacer todo esto mucho más que lo que me cuesta ahora. Además tengo a mi lado a una muchacha que me ayuda con los ejercicios cuando yo me lío un poco o no sé exactamente que hacer.
Cuando termino de hacer mi faena en el ordenador me voy a una mesa grande donde están mis demás compañeros. Una muchacha nos pone distintas tareas. Unos días hacemos cuentas y recordamos las tablas de multiplicar. Otros días nos ponemos a escribir sobre diferentes cosas. Y también pintamos mucho con lápices, con cera y hasta con pintura, que ya me he hecho mis cuadritos. Nunca estamos solos: siempre están a nuestro lado unas muchachas que nos ayudan. Y a veces viene mucha gente joven a vernos y a hablar con nosotros. Dicen que estos jóvenes aprenden mucho de nosotros y que tenemos mucho que enseñarles. La verdad es que cuando empezamos a hablar de nuestra juventud, de nuestros recuerdos y de nuestras vivencias nos escuchan muy atentos. También echamos nuestras partidillas de bingo y el que gana se lleva su premio. Cuando yo gano algo siempre se lo doy a mi nieto, que se pone más contento que nada. Mientras jugamos al bingo nos reímos mucho con las cosas que nos van diciendo. Yo vigilo que no se me escape ningún número pero de todas maneras siempre hay alguien que me avisa por si yo me despisto, que de vez en cuando me pasa pero no mucho. Y hacemos gimnasia, muy suavecita, pero la hacemos: movemos el cuello, los brazos, la cintura, las piernas… y luego nos relajamos. Una de las cosas que más me gusta es cuando vamos de excursión y vamos a visitar diferentes sitios. Cuando por ejemplo vamos en Semana Santa a ver las iglesias me acuerdo de cuando era joven y cómo eran las procesiones por entonces. Lo pasamos muy bien y el tiempo se nos pasa en nada y menos. Cuando terminamos nuestra tarea volvemos a la furgoneta y regreso a mi casa, muy contento por todo lo que he hecho a lo largo de la mañana y por ver que aún soy capaz de hacer muchas cosas.
No sé cuál es mi enfermedad pero desde que voy todos los días al cole me siento muy bien, con la alegría de no faltarme nunca el cariño de la gente que me rodea y la satisfacción de poder seguir sintiéndome útil todos los días.
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